La huelga, entendida como tal, es un paro colectivo de trabajo, normalmente, para la defensa de los derechos del personal asalariado. Esta es la filosofía con la que fue concebida y con la que la Constitución la ampara en su artículo 28-2, pero que en la actualidad cualquier parecida con la realidad es pura coincidencia.
Cuando cualquier acuerdo ha perjudicado o mermado los derechos de los trabajadores, la figura de la huelga ha tenido una razón, primordial, de ser. Pero lo que carece de toda lógica es dar soporte o promover, con vocabularios
de comienzos del siglo pasado, un paro contra algo, que solo existe en el enunciado, que está pendiente de debatir y por tanto de autorizarse como tal
Ley.
Cuando las alegaciones sindicales, o los fundamentos, para lanzarse a esta aventura son los que esgrimen, la cúpula de los Sindicatos, en estos momentos, a menos de cien días de la toma de posesión del actual gobierno, no queda más que pensar que la motivación es de cariz político apoyada por los liberados sindicales que ven mermadas sus posibilidades de maniobra económica al perder el dominio de los cursillos y la maniobrabilidad de los convenios colectivos.
Después de dos años sin llegar a un acuerdo entre patronal y sindicatos el nuevo Gobierno lleva a las Cortes una Reforma Laboral, que pudo autorizar por Decreto, para ser debatida y tratar de sacar al país de la lastimosa situación que se encuentra y como apoyo, tanto a nivel de partidos políticos como de organizaciones sindicales, recibe la comunicación de una Huelga General sin mesura, que es un verdadero despropósito dada la situación en la que nos ha dejado el anterior gobierno socialista.
Cuando quienes dirigen la Huelga del día 29, hablan tratando de intimidar a todos aquellos que ese día pretenden ejercer su derecho al trabajo, diciendo quese atengan a las consecuencias quienes pretendan fotografiar a los piquetes, que ellos llaman informativos o que el derecho a la huelga impera sobre el derecho al trabajo, nos estamos enfrentando más a un tema político que laboral, pues los representantes sindicales Sres. Méndez y Toxo no han tardado ni cinco minutos, después de las elecciones andaluzas y asturianas, para decir, cosa que nos es cierta, que los ciudadanos han pasado factura a la Reforma Laboral del Presidente Rajo. Y no es cierta porque en Andalucía, han sido los más votados y en Asturias no han perdido cuota de voto.
Lo que debe dolernos a los españoles, no sindicados, es que con nuestros impuestos se hagan plantes laborales que en los momentos que vivimos lo único que producen son perdidas cuantiosas a la ya debilitada economía que, repito, nos dejó el pasado Gobierno del Sr. Zapatero.
Si quienes están a la cabeza de la Huelga son las caras conocidas de siempre, con salarios, casi de presidentes, y privilegios como cobrar incluso el día de autos, cosa que no pueden hacer los obreros que los secunden y que mandan a los piquetes a intimidar al que pretende trabajar, para que parezca que la secundan, si estos son los abanderados de la clase social ¡arreglados estamos!. No debemos olvidar que no se deben sobrepasar nuestros derechos, porque si lo hacemos infringimos, a sabiendas, nuestros deberes.
Ernesto Pardo