Cuando se nos cuenta algo que no es de nuestro agrado o que no nos interesa, por parecernos inverosímil, decimos que eso es un cuento chino.
Que yo recuerde, desde niño, los cuentos casi siempre han comenzado más o menos así: Cierta vez en un país no muy lejano existió una funcionaria, que por elección popular, se convirtió en Alcaldesa de un pueblo muy bonito, de gran raigambre histórica y cuna de grandes hombres.
Pasaron los años y al cesar en su cargo volvió al puesto de administrativa, que antes ocupaba. Pero ¡sorpresa! encontrase con una disposición que le permitía disfrutar de un salario de superior categoría y acogiese a esta disposición y pasó a disfrutar de un sueldo superior del que antes disponía.
Pasa el tiempo y los avatares de la vida llevan a este personaje, por figurar en las listas electorales y quienes le precedían renunciar a su cargo, de la noche a la mañana al Congreso convertida, para honra suya y desatención de su pueblo, en Diputada Nacional. Vuela que vuela pasaron los años y se dio por conclusa la legislatura.
Vuelta al trabajo original, funcionaria administrativa de la S.S. puesto que ocupaba anteriormente y que había dejado en excedencia. Pero ¡he aquí! que esta vez al solicitar el salario que la Ley anterior le concedía, similar a una Secretaria General de la Generalitat, se encontró con que le es denegada. Por sentirse perjudicada recurre esta resolución.
En el espacio de tiempo comprendido desde la petición de aumento a la resolución judicial, el actual Gobierno de la Nación cambia esta Ley a todas luces desigual, partidista y de claro amiguismo. Pero la Ley es posterior a la reclamación del personaje de nuestro cuento, y como no se puede aplicar con carácter retroactivo, se encuentra con que la resolución le es favorable, dando como resultado lo siguiente: Que una persona por el hecho de haber sido Diputada pasa a cobrar un salario de la categoría A, equiparable a una Secretaria General, aunque su categoría profesional sea simplemente administrativo.
Y este salario, amigo lector, se mantiene hasta la jubilación. Esto no es un cuento, es un chollo al que por meses se ha acogido un administrativo que tuvo la suerte de ocupar un cargo político.
Después de este claro aprovechamiento de la situación, nuestro personaje y algún que otro compañero se permiten encabezar manifestaciones contra lo que dicen recortes en la sanidad y en contra de las privatizaciones de la enseñanza. Y tanto que se manifiestan, pero no en defensa del perjudicado sino porque se atenta contra sus privilegios.
Una cosa es sembrar y otra dar trigo, resumiendo difícil debía resultar la postura del prsonaje de nuestro cuento que podría titularse De soldado a General sin ser del Ejercito. Pero no se sienten incómodos porque día si y otro también siguen alentando huelgas, apoyando manifestaciones he incluso arengando a las masas para que atenten contra la Constitución, no por apoyo al débil o al desempleado, sino porque con las disposiciones que con urgencia se están aplicando se cercenan sus prebendas, se elimina el enchufismo y se trata de acabar con el trato de favor.
Nunca diré que el final del cuento no sea justo para el personaje, pero si que defenderé que, como todos los cuentos, es aleccionador pues viene a demostrar que quienes encabezan los movimientos antigubernamentales o quienes alzan la voz contra lo establecido, la mayor parte de las veces, son los que han tenido y tienen la ubre en la mano y por tantos los únicos que chupan de ella.
Lo lógico sería que al cesar en tu cargo político volvieras a tu estado inicial o puesto de trabajo, que bastante prebenda es mantenerlo.
Nuestro personaje nunca será señalado por sus destacadas actuaciones en el ámbito político, pero si será recordado por haber pretendido dar lecciones de ética, incluso diciendo que había ascendido de categoría en su trabajo cuando socapa disfrutaba de un salario que sabía no ganaba.
MORALEJA.- No trates de dar lecciones si disfrutas de favores.
Ernesto Pardo


