Villena dio el pasado sábado la bienvenida a la Navidad con un pregón profundamente emotivo, en el que la tradición, los recuerdos y los sentimientos compartidos fueron los grandes protagonistas. El artista villenense Víctor Lucas fue el encargado de pronunciar el Pregón de Navidad, un acto que se convirtió en un viaje íntimo a la infancia, a la familia y a las raíces más profundas de la ciudad.
Ante un auditorio repleto, Lucas ofreció un pregón cercano y sincero, alejado de los discursos formales, en el que combinó palabra y música para transmitir su particular forma de entender la Navidad: como un tiempo para abrir las puertas, compartir y reencontrarse. Su intervención fue recibida con atención y emoción por un público que conectó desde el primer momento con su mensaje.
El momento más conmovedor llegó cuando el pregonero recordó a su abuela, Anita “La Picanta”, figura muy querida en Villena y referente indiscutible del belenismo local. Víctor Lucas evocó con ternura aquellas Navidades en las que el belén que ella montaba en su casa se convertía en punto de encuentro para vecinos y visitantes, un lugar donde siempre había una puerta abierta, una conversación y un ambiente de acogida que marcó a generaciones enteras.
Más allá de las figuras y los escenarios, el pregonero puso el acento en lo que realmente representaban aquellos belenes: hospitalidad, comunidad y vida compartida. “Lo que más echo de menos no es el belén, sino la puerta abierta”, confesó, en una frase que arrancó uno de los aplausos más sentidos de la noche.
El pregón avanzó entre recuerdos, reflexiones y música en directo, en una puesta en escena cuidada que fue creciendo en intensidad emocional. El cierre llegó con un gesto sencillo pero cargado de significado: la imagen de su abuela proyectada ante el público, provocando una ovación prolongada que resumió el sentir colectivo de la velada.
Tras el pregón, Villena continuó celebrando el inicio de las fiestas con la inauguración del Belén Monumental, dando así comienzo a una Navidad que, un año más, se apoya en la tradición belenista y en la memoria compartida como seña de identidad.
Una noche en la que Villena no solo encendió la Navidad, sino también los recuerdos y el orgullo por una herencia cultural que sigue muy viva.
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