Ayer, 21 de septiembre, se conmemoró el Día Mundial del Alzheimer, una jornada para visibilizar la enfermedad neurodegenerativa más frecuente, que representa el 70 % de todas las demencias y que, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), afecta a unas 800.000 personas en España.
En la provincia de Alicante, la cifra asciende a 20.904 casos diagnosticados activos, dentro de los más de 35.500 registrados en la Comunitat Valenciana, según datos oficiales de la Conselleria de Sanitat. Solo en lo que va de año, hasta agosto, se han detectado 6.140 nuevos diagnósticos en toda la autonomía. La prevalencia general en la Comunitat se sitúa en torno al 0,8 % de la población, pero alcanza cerca del 10 % en mayores de 90 años.
Los especialistas advierten, sin embargo, que el retraso medio entre los primeros síntomas y el diagnóstico supera los dos años. Más de la mitad de los casos leves no llegan a identificarse formalmente, lo que dificulta un abordaje temprano. De hecho, se estima que hasta un 50 % de las personas con algún tipo de demencia no están diagnosticadas.
Ante este escenario, el Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la SEN ha publicado recomendaciones sobre el uso de biomarcadores en sangre, una herramienta que permitirá mejorar la detección precoz de la enfermedad de forma menos invasiva y más accesible. El diagnóstico temprano, insisten los expertos, no solo permite iniciar tratamientos específicos, sino también planificar apoyos sociales, económicos y familiares.
La prevención sigue siendo clave. Casi uno de cada dos casos está relacionado con factores modificables vinculados al estilo de vida y la salud vascular: controlar la diabetes, la hipertensión o el colesterol, evitar el tabaco y el alcohol, hacer ejercicio, mantener una vida social activa y prevenir el aislamiento cognitivo son medidas que reducen el riesgo.
El horizonte terapéutico también avanza: la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ya ha aprobado el lecanemab y está tramitando la autorización del donanemab, dos fármacos que actúan reduciendo las placas de beta-amiloide en el cerebro y que han demostrado ralentizar el deterioro cognitivo en fases iniciales.
Los neurólogos recuerdan que el Alzheimer no forma parte del envejecimiento normal y que supone “uno de los mayores retos sanitarios mundiales” en un contexto de población cada vez más longeva.