Soy una afiliada a UPYD (Unión Progreso y Democracia) que decidió ir a representar a su partido en calidad de apoderada a las elecciones vascas, creo que merece la pena compartir la experiencia que viví allí y las reflexiones de los compañeros que nos desplazamos de nuestro partido.
Para empezar, al entrar en los colegios electorales, observamos que todos los apoderados de los distintos partidos nacionales, eran foráneos, de Madrid, Sevilla, Córdoba, Cantabria o como nosotros de Alicante, los únicos representantes de partidos locales eran nacionalistas. Empezamos a percibir que no hay interés en significarse políticamente y nos indican que mejor no salgamos a la calle con signo distintivo de nuestro partido (carpeta, pin, acreditación, etc.),..
Empieza la jornada con normalidad, aunque hay muchas bajas en la constitución de las mesas electorales, incluso algunas se constituyen con participación de los primeros votantes, se vive como una autentica desgracia haber sido designado miembro de la mesa electoral, lo que contrasta con el ánimo con el que se vive aquí, una fiesta de la democracia, en el que el poder político vuelve a los ciudadanos que deciden a quién darán su confianza durante los cuatro próximos años.
A lo largo de la jornada electoral, los proetarras pasaron por los distintos colegios dejando papeletas de la ilegalizada D3M. En la segunda oleada tras oir un murmullo en la sala dónde yo estaba, salí al pasillo para ver si había papeletas ilegalizadas, así era y las cogí, entregándoselas a otra apoderada, rápidamente los proetarras que aún permanencían allí se acercaron a mi, uno de ellos invadió mi espacio vital increpándome sobre porque había quitado sus papeletas, si es que me molestaba, si me parecía bien, inquiriendo una respuesta, haciendo esas preguntas una y otra vez, con tono amenazante e intimidatorio, dispuesto a quitar las papeletas de mi partido UPD, esa situación pudo prolongarse durante unos 30 agónicos segundos, en los que todo el mundo se apartó, se hizo un silencio y me ví sola intentando balbucear unas palabras sin éxito, sentí miedo, miedo a la soledad, a no encontrar una mirada de consuelo o complicidad en la gente de mi alrededor, a la que ellos habrían dirigido automáticamente también su mirada buscando otra víctima, por fin y ante la intimidación, retrocedí, momento que aprovechó un apoderado del PP para con un ligero toque en el codo, dirigirme hasta la sala de las mesas, la policía local entraba en ese momento al pasillo y rápidamente se fue el grupo de violentos insultándome Puta asquerosa varias veces, después también vino la hertziana.
Me senté y quede paralizada por el miedo, con la idea de no volver a salir mas del colegio electoral hasta que finalizara el escrutinio y volviéramos a Alicante, me sentí amenazada
Todo esto se produjo por una torpeza por mi parte, debería de haber comunicado la existencia de esas papeletas al presidente de alguna mesa, quién a su vez debía de requerir a la policía para retirarlas, un proceso algo obtuso para alguien acostumbrado a la normalidad democrática.
A partir de ese momento los apoderados de los diferentes partidos empezamos a comentar el incidente y nos fuimos cuidando, permaneciendo unidos ante otra posible oleada de violentos.
Fueron apareciendo más papeletas ilegales a lo largo de la jornada, pero actuamos con mas prudencia.
Los presidentes de mesa, hicieron su trabajo, por riguroso turno para que no pudiera entenderse que alguno estaba mas a favor que otro en retirar las papeletas ilegales.
Se acercaba la hora del cierre de los colegios y había amenaza de que los proetarras asistieran al recuento e intentarian coaccionar para que las actas recogieran sus votos ilegales (convine recordar que el recuento es público), angustia para los miembros de las mesas y para nosotros.
Ante esto, los apoderados de los diferentes partidos nacionales, decidimos estar atentos y solidarizarnos en cualquier mesa en la que hubiera que manifestar una queja, previendo una posible coacción o ingerencia en la confección de las actas.
En cada mesa se personó un proetarra, que siguió con atención la apertura de sobres y recuento de papeletas, fue un rato incómodo en el que nos sentimos fiscalizados por alguien al que sólo se le respeta por la coacción y el miedo que provoca la violencia.
Tampoco sabíamos que ocurriría después, eran las primeras elecciones con sus candidaturas anuladas y nadie podía predecir su estrategia. Afortunadamente cada uno en su mesa sólo apuntó el escrutinio final el objetivo era obtener su propia acta de escrutinio y contabilizar sus votos, previamente a su destrucción.
Y no nos equivoquemos, no son cuatro, había muchas papeletas de D3M en los sobres.
Cuando todo acabo y terminamos con el trabajo, tanto los miembros de cada mesa como nosotros respiramos, deseando desentendernos de toda esa tensión.
Yo en mi interior di gracia de no tener que vivir allí con ese miedo y entendiendo muchas cosas que parecen ficticias o irreales en los medios de comunicación.
No es fácil ser simpatizante o afiliado de una partido político en Euskadi, son unos héroes los que se presentan o significan públicamente, para mi merecen todo mi respeto y apoyo.
Ana María Tortosa
Afiliada a UPD en Alicante


