De acuerdo. Hablemos de nacionalismo español y qué mejor manera de hacerlo que recordando datos que han trascendido siglos de historia y hoy forman parte de nuestro acervo cultural y, por ende, identitario.
Una muestra de la riqueza gastronómica española es la internacionalmente conocida paella¸ cuyo ingrediente fundamental es el arroz. Este cereal es originario de Asia oriental y fue traído a la Península Ibérica por comerciantes musulmanes a través de la ruta de la Seda; esto también sucedió con el azúcar, los cítricos y las especias tremendamente valoradas como, entre otras, la canela, el clavo, la pimienta, el cilantro o el jengibre.
Prosigamos. Antes de comer, el pueblo judío comía; no hay confusión gramatical, aunque lo parezca. El concepto del aperitivo, como estímulo para la comida oficial, es de origen judío y en la Península Ibérica se practicaba con ensaladas variadas o con picoteos en los que la berenjena ocupaba un puesto importante. El siempre valorado cocido es también de origen judío, así como el pan sin levadura que se elaboraba para celebrar la Pascua y que ha devenido en el gazpacho manchego.
El califa cordobés Abd´ al Rahman III era hijo de una mujer cristiana y tenía la piel clara y el pelo rojizo.
Muchos reyes cristianos y emires musulmanes medievales tuvieron como médicos personales a gente judía y musulmana. Tras su conquista, la residencia de los monarcas castellanos-leoneses de Sevilla conocida como los Reales Alcázares fue remozada con la participación directa de alarifes islámicos que, obviamente, la realizaron según su propia idiosincrasia arquitectónica.
La lengua castellana, de base latina, se ha enriquecido por la aportación de más de cuatro mil vocablos provenientes del árabe; por ejemplo: aceituna, algodón, ajedrez, azúcar, café, cafre, fulano, guitarra, limón, naranja, ojalá, etc.
Sabios musulmanes como Abu al-Walid Ibn Rusd – castellanizado en Averroes-, Al Gafiqui, Yabir ben Aflah, Ibn al-Baytar o Abu-l-Qasim al-Zahrawi entre otros, y judíos como Moshé ben Maimón no vinieron de territorios foráneos para residir aquí y desplegar todo su potencial científico que, por cierto, fue admirado por eruditos cristianos con posterioridad. Nacieron aquí, como nuestro poeta local Abul-Hassan Rashid ibn Sulaiman al-Bilyani. Cierto es que de tierras lejanas arribó a Córdoba Abu al-Hasan Ibn Ali Ibn Nafi, conocido por el sobrenombre de Ziryab, que introdujo en la corte la etiqueta gastronómica que posteriormente se popularizó: de primer plato, sopa; un segundo plato y, finalmente, frutas y dulces; por supuesto, con loza especial para cada una de las comidas, al igual que los vasos a utilizar, ya fueran para el agua o el vino.
En el siglo XII, John de Salisbury se lamentaba del desprecio predominante hacia las Matemáticas, la Geometría y la Lógica en el reino de Inglaterra, excepto en la tierra de los moros de España. El primer lugar de Europa donde se escribió en papel fue Al Ándalus y la ciudad de Játiva era la gran proveedora de este nuevo material.
Todos estos datos -y muchos más que se quedan fuera por motivos de espacio- son parte de nuestra identidad nacional y quienes amamos a España no debemos olvidarlos.
Fernando Ríos Soler


