Lo sucedido en nuestra ciudad el pasado jueves, cuando la alcaldesa de Villena, Celia LLedó, envió a las fuerzas de la Policía Local, cual guardia pretoriana, a impedir que concejales del grupo socialista, acompañados por una diputada de las Cortes Generales, representante de la soberanía nacional, simplemente repartieran folletos de mano a mano a las personas que lo aceptaran aprovechando la celebración del mercadillo semanal en los alrededores del Mercado Municipal, representa subir un peldaño más en esta escalera de desvarío en que se ha instalado el Partido Popular en todas sus manifestaciones: nacional, autonómica y local. Mal informada por sus especiales servicios de inteligencia, pensando acaso que íbamos a instalar un puesto de venta, nos echó encima la mano de la represión cuando los agentes se encontraron que simplemente se iba a hacer el reparto citado de información sobre la gestión del Gobierno central, sin ocupar en ningún momento la vía pública más que en aquello que ocupamos con nuestro cuerpo en la calle cualquier ser humano. Una absurda situación si no fuera por lo que escondía detrás: el afán de silenciar hasta el paroxismo al rival político, amedrentada Celia Lledó por su propia mediocridad.
Y es que la libertad es un estado del hombre y de la mujer que se ha de conquistar cada día. Debería ser algo normal que pudiéramos convivir en comunidad con el respeto a una serie de valores que compartimos: el derecho a la vida del otro, a su dignidad como persona, a poder desarrollarse con una educación adecuada y en igualdad de condiciones para todos, a poder expresar sus creencias, sus sentimientos, sin más límite que el derecho al honor, la intimidad, la libertad de los demás. Sin embargo, si repasamos la historia universal, veremos que no siempre ha sido así. Más bien al contrario, han sido más numerosos los momentos en que estos valores han estado ausentes que aquellos en que han centrado la vida social de los seres humanos. Aún hoy en día podemos afirmar que son más los lugares de este planeta en que la vida del hombre se desenvuelve en condiciones de falta de libertad. Sólo algunos países, que por desgracia son privilegiados en este aspecto, permiten a sus ciudadanos tener una vida normal, con libertad y respeto a sus derechos, dónde estos no son una gracia regalada por el poder político de turno, sino que son una exigencia a la existencia humana misma. Europa, más concretamente el área regional formada por todos los países que integran la Unión Europea, es, en los albores de este tercer milenio de nuestra era, un paraíso de espejo democrático. Con sus defectos, con sus singularidades, como toda actividad humana, pero un encuentro de culturas y de respeto y convivencia entre ellas.
En este sentido, España no ha sido una excepción histórica, sino todo lo contrario. Aquí vimos exacerbada esta proporción entre periodos no democráticos y otros de libertad, con una clara ventaja de los primeros sobre los segundos. Hasta hace bien poco, apenas treinta años, tuvimos que luchar con denuedo por recuperar una democracia que en el núcleo central europeo, quitando algunos ejemplos que hoy ya se han incorporado a este selecto club, disfrutaban desde décadas antes. No fue fácil, requirió sacrificios políticos, ideológicos y personales por todas la partes que se implicaron en lo que luego se conoció como el periodo de la transición. Hubo algunos que incluso llegaron a quedarse fuera, propugnando la abstención a una Constitución que ahora es la garante jurídica del mayor periodo de libertad que hemos disfrutado los españoles. Esos que se abstuvieron no tienen ahora ningún rubor en tratar de apropiarse de un tiempo de consenso y esperanza, como fueron los años posteriores a la desaparición del dictador Franco. Pero en aquel momento, y hay que recordarlo para quienes quisieran poder borrar nuestra memoria, se opusieron a un sistema de valores que hoy les permite ser una fuerza importante en la vida de los españoles y españolas.
Y es que este modelo político actual hubo que conquistarlo entre todos, o casi todos. No fue un regalo ni una gracia divina. Hubo que lucharlo día a día. Por ello fue posible la alternancia política, por ello fue posible que quienes habían postulado principios autoritarios en otro tiempo tuvieran la oportunidad de cambiar y de participar de esta nueva forma de convivencia que nos dio la Constitución de 1978.
Esta situación se ha mantenido en España hasta principios de 1990, cuando el liderazgo de José Mª Aznar se consolida en Alianza Popular, se refunda este partido en el actual Partido Popular y se inicia una nueva forma de hacer política con la que se logra poner a todas las instituciones del Estado al borde del precipicio con un solo objetivo: la conquista del poder. Y este ha sido el espejo en el que se han mirado los dos últimos años quienes hoy nos gobiernan en Villena, con el aplauso, cuando no la complicidad, de una parte de determinadas asociaciones y de determinada prensa local. Y al final se llega a donde se llega: al borde del precipicio, allí donde la esencia de la democracia puede caerse y hacerse añicos contra el pedregal del fondo de la historia.
El incidente al que hacemos alusión, sumado a otros que empezaron el mismo día de la toma de posesión de esta Corporación Municipal, nos muestra el verdadero rostro de quien nunca se deprendió de los rescoldos de la democracia orgánica, felizmente fenecida después del referéndum para la Reforma Política allá por el ya lejano diciembre de 1976. Quienes hoy le ríen estas y otras ocurrencias, quienes le hicieron el caldo gordo en la campaña electoral, algunos de ellos puede que de buena fe, quienes creyeron en sus promesas y empiezan a sentirse utilizados, quienes justificaron los ataques a la libertad de expresión de los grupos de la oposición en su toma de posesión en nombre, qué gran ironía, precisamente de la libertad de expresión, todos ellos, que vayan poniendo sus barbas en remojo, porque como en otros tiempos oscuros dijo ya el poeta en los peores momentos de la Alemania prenazi, hoy viene a por los socialistas y no hicieron nada, pero mañana será más osada y empezará a ir a por otros que discrepen de su política y, entonces, ¿quién estará para defenderos?
CARLOS BELTRÁN ESTEVE
Portavoz Grupo Municipal Socialista de Villena


