
Hasta la construcción del ferrocarril, ya existía la antigua Venta de La Encina, pero el núcleo urbano surge con la construcción del tendido ferroviario, en la segunda mitad del siglo XIX. Adquirió gran importancia, debido a que allí es donde las vías férreas de Alicante y Valencia se unen para ir a Albacete y Madrid, y también debido a su ubicación estratégica, entre otras cosas por el transbordo y cambio de vías obligado para el trayecto Alicante-Valencia. El pueblo llegó a contar con 1.600 vecinos en los años 50 del siglo XX, para luego ir decayendo progresivamente con las mejoras en el tendido ferroviario, con la electrificación de éste, y con la construcción de un by-pass (que hizo posible ir de Alicante a Valencia y viceversa sin hacer el transbordo) que hizo perder casi toda su importancia a la estación, convertida actualmente en poco más que un apeadero y depósito de vagones.
En los años 20 del siglo XX, solicitó su segregación de Villena, pero se le negó. En la actualidad, el núcleo urbano, con menos de 200 personas de población estable, es un barrio dependiente de Villena, por lo que no posee ayuntamiento ni alcaldía propia. El núcleo urbano está formado por apenas tres calles longitudinales, y ha sobrevivido a la modernización del ferrocarril, aunque han desaparecido prácticamente todos los comercios y servicios (apenas quedan una panadería, un bar, una mínima escuela primaria y un centro de asistencia primaria).
En verano es un tradicional refugio vacacional,dispone de varias casas rurales.
Cultura y fiestas
«La Encina a sus ferroviarios», escultura de metal en recuerdo a la principal actividad del poblado durante décadas. Se encuentra en el parque de la Av. Constitución, donde también hay rescatados diferentes objetos relacionados con el ferrocarril: señales, básculas, etcétera.
San Juan Bautista es el patrono del poblado. Se celebran el fin de semana posterior al 24 de junio e incluye la erección de una falla así se la denomina, aunque las festeras visten la indumentaria tradicional alicantina, con escenas alusivas al pueblo.
Gastronomía
La gastronomía también es muy interesante en esta pedanía. Existe un pequeño horno en La Encina en el cual se elaboran artesanalmente, y en horno de leña, las típicas pastas y dulces caseros de toda la vida; cabe destacar los rollos de vino, de anís, magdalenas, mantecados pardos, mantecados manchegos, pasteles de boniato, etc. sin olvidar las famosas monas de La Encina y como no, el pan.


