Llegamos al momento más importante en la historia de las fiestas patronales de Cañada. En 1891 se establece el patronato de la Virgen del Carmen sobre el pueblo de Cañada y sus habitantes.
Este acontecimiento se debió sin duda al Carmelita Descalzo, el Padre Salvador de la Madre de Dios, quien había llegado unos años antes a Cañada como cura párroco de su iglesia, y quien hizo posible la construcción de la ermita de Nuestra Señora del Carmen que señorea el pueblo de Cañada.
Él fue quien hizo arraigar en los hijos de Cañada la fe y veneración por la Virgen del Carmen. Fue aquel año de 1891 el primero en el que se realizó la solemne bajada de la imagen de la Virgen del Carmen desde su ermita a la iglesia parroquial el día 14 de julio y su subida el día 17.
Desde aquella memorable fecha de 1891, los hijos de Cañada han dado culto a la imagen de Nuestra Señora del Carmen y en su honor han celebrado solemnes fiestas del 14 al 17 de julio.
Ya en 1922 el historiador José Sanchis Sivera cita “que en honor a la Virgen del Carmen celebraba Cañada fiestas”.
En 1940 se bendecía la nueva imagen de la Mare de Deu del Carmen y después de tres años sin fiesta se volvió a reemprender los tradicionales festejos. Pero con el paso del tiempo y de mentalidad de la sociedad se llegó a la conclusión que era imprescindible modificar la fiesta, añadiéndole otros actos que eran ya reclamados por un sector de la población.
Así en 1973, fue cuando se complementaron las fiestas patronales de Cañada, añadiéndole a los actos ya existentes, misas, procesiones, danzas y pruebas deportivas, otros de muy diversa índole. En esos años se añadieron actos como el desfile de carrozas del día 14 de julio, la ofrenda de flores el día 15 y actos de carácter folclórico y cultural. Se creó la figura de la Reina de Fiestas y su corte de honor y también la infantil con sus galas de presentación.
Hoy, las fiestas patronales de Cañada son unas fiestas modernas que miran hacia el futuro, con la esperanza y el afán de superación.