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Elda

TODO PREPARADO PARA LAS FIESTAS DE ELDA

TODO PREPARADO PARA LAS FIESTAS DE ELDA

La Fiesta como rito. La Fiesta es un sentimiento mágico y ritual que, a pesar del progreso y de la evolución constante, permanece en la mente del hombre desde remotos tiempos. Nos referimos pues, a la Fiesta por antonomasia, el ritual primitivo y agrario que el hombre cultiva desde sus primeros tiempos de vida social.

Estos cultos agrarios, este conjunto de elementos religiosos, mágicos, rituales y míticos aparecen como auténticos universales humanos en diferentes culturas – diferentes en el espacio y en el tiempo. Adoptan diversas formas en sus no menos diversas manifestaciones. La especialización que adquieren determinadas de estas fiestas, la que nos interesa para explicar la nuestra, es el ritual que podemos llamar carnavalesco, en el buen sentido con que se utiliza esta palabra. Creo sinceramente que nuestra Fiesta tiene muchos puntos de contacto con otras manifestaciones paralelas que presentan claras connotaciones carnavalescas.

¿Cuáles son esos puntos de contacto, esas coincidencias? Los rituales de tipo carnavalesco se caracterizan por la presencia de dos principios contradictorios con triunfo de uno y expulsión y muerte del otro. En la mayoría de los casos aparece una especie de muñeco que representa al principio expulsado – llamémosle Muerte, la Vieja, la Befana, etc. ¿No tiene, acaso, nuestra desaparecida Mahoma un significado semejante aunque adaptado a la coyuntura ideológica y religiosa de nuestra peculiar Fiesta? Estos dos principios contradictorios mencionados están representados, a veces, por los capitanes o portavoces de los dos ejércitos que luchan, y así se produce lo que se denomina “agón” o lucha entre ellos con la victoria del principio del bien frente al del mal – léase en nuestras latitudes Cristianos “versus” Moros.

Entre todos estos rituales agonísticos (de agón) se ha de resaltar, especialmente, uno: la peculiar “danza de las espadas” cuyos protagonistas o danzantes se reparten en dos bandos o grupos claramente diferenciados, unos de rostro pintado de negro que se identifican como moros, y los otros que representan a los cristianos. Esta danza tiene diferentes derivaciones en Italia – la “Moresca”- y en España que ha evolucionado hacia la Fiesta de Moros y Cristianos. Hemos de concebir, pues, nuestra Fiesta como una forma historizada de la danza guerrera en la que aparecen los dos característicos bandos dentro de una situación conflictiva y en la que hay intervención de la palabra – parlamento o diálogo- por medio de sus “corifeos” respectivos – embajadores, capitanes, reyes cristiano y moro-, y de cuyo enfrentamiento real y dialéctico surge el triunfo del principio o bando que representa el bien. En este caso el bando cristiano está caracterizado por connotaciones muy claras que demuestran la ideología que sustenta la sociedad bajo cuyos auspicios se celebra la Fiesta.

Está, pues, perfectamente claro que la estructura de nuestra Fiesta se inserta realmente en esta clase de rituales primitivos o agrarios. Lo que ha sucedido en nuestro caso es una evolución relativamente reciente del ritual en el que ha influido un proceso de historización y, lógicamente, la ideología cristiana imperante.

Sin embargo, es difícil aplicar esta evolución a las fiestas que se extienden por nuestro Levante, ya que no existe esa continuidad de unos ritos ancestrales a las actuales representaciones festeras; lo que sí es muy posible que haya ocurrido en otras zonas de España que también celebran Moros y Cristianos pero con menor espectacularidad y cuyos contenidos son, quizá, más parecidos a esos antiguos rituales de tipo agrario.

2) Por otro lado, tenemos las fiestas reales (de Moros y Cristianos) celebradas con motivo de nacimientos, casamientos, coronaciones, etc., de ahí el nombre de reales (realeza). También este tipo de fiestas se celebraban en honor o con motivo de celebraciones religiosas. Estas fiestas eran, como es lógico suponer, esporádicas, ya que se celebraban puntualmente con algún motivo o acontecimiento de los antes mencionados.

Así en Ceuta en 1309, a propósito de una visita del rey Jaime II de Aragón, se celebra uno de estos festejos. En Jaen en 1463 con embajada o parlamento. En Alicante, por motivos de tipo religioso se celebran también en 1691 para celebrar las canonizaciones de San Pascual y San Juan de Dios, y en 1700 con motivo del primer centenario de la Colegial. Son celebraciones esporádicas. Y así durante varios siglos estas fiestas o representaciones se han sucedido a lo largo de la geografía española, únicamente con motivo de celebraciones precisas y puntuales.

Sin embargo, creo que hay una diferencia muy importante entre estas fiestas y el concepto que nosotros tenemos de las fiestas de Moros y Cristianos, más en la línea del ritual, y que se celebran desde tiempo inmemorial en nuestras aldeas y pueblos.

3) LA SOLDADESCA. Los rudimentos de estas fiestas estaban ya, en ciertas poblaciones, en la soldadesca o grupo de ciudadanos que formaban una especie de milicia en cada una de estas poblaciones. Esta soldadesca salía en las procesiones del patrono respectivo de cada pueblo disparando sus arcabuces, simplemente como si fuera un número más dentro del festejo popular que la población dedicaba al patrón o patrona. Testimonios de esta soldadesca hay muchos a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII. En el siglo XVI aparece el alardo (o alarde) de arcabucería en Caudete, Orihuela, Alcoy, Villena… etc. En el siglo XVII siguen estos alardes de arcabucería ya conocidos en muchas poblaciones de nuestro entorno, y en Alcoy ya aparecen diferenciados en dos bandos. En el siglo XVIII la soldadesca aparece como tal en Sax, Pertrer, Onil, Ibi, Cocentaina, Monforte del Cid, Bocairente y Yecla, y seguramente ya disparaban la pólvora en las fiestas en honor al patrón o patrona respectivo.

En Elda puede verse ya el uso de la pólvora en muchos casos, sin que se pueda decir con certeza si eran los arcabuces de la soldadesca o no los que la utilizaban.

En los albores del siglo XVII – concretamente en 1604- a la llegada de nuestros patronos, la Virgen de la Salud y el Cristo del Buen Suceso, el presbítero D. Gonzalo Sempere nos dice “que el estampido de la pólvora y el vuelo de las campanas anuncian su llegada”, sin que este uso de la pólvora esté bien especificado si es de uso de la soldadesca o simple cohetería.

En el siglo XVII aparecen con mucha frecuencia los usos de la pólvora en fiestas y agasajos: así a principios de siglo, en plena Guerra de Sucesión, aparece esta cita respecto a “la pólvora para morteretes que se dispararon la noche en que se recibió la carta de gracias de Su Majestad” (Felipe V).

También “se disparó artillería en la Misa de acción de gracias y Te Deum que se celebró por la rendición del castillo de Alicante.

El 7 de Agosto de 1756, con motivo de una procesión de acción de gracias a la Virgen – tras salir de una mortífera epidemia- en la que desfilaron todo el pueblo con el clero y autoridades…”portando la imagen entre atronadoras salvas de morteretes”.

Otra procesión de acción de gracias, o quizás la misma, cita D. Juan Tomás Sempere en un carta privada: “que este domingo que viene se le hará una gran procesión en acción de gracias, y un gran alarde con muchísimas hachas. A Juan Tomás Guarinos, suegro de Esperanza, han nombrado capitán, y al tío Bartolo, su cuñado, alférez, y hacen gran provisión de arcabuces por los lugares circunvecinos para tirar, pues han traído ya de Alicante diez arrobas de pólvora y dicen que no habrá para empezar. El tío Jusepe y yo hemos enviado a Villena por dos trabucos que son muy buenos para tirar: no sé si los conseguiremos”. ¿Se refiere este alarde a la soldadesca que participaría en dicha procesión cuyos nombramientos de capitán y alférez se citan taxativamente? Ahí queda la incógnita planteada.

La soldadesca como tal, la Milicia local tiene una existencia bien notoria a lo largo del siglo XVIII, pero su participación en actos festeros claramente la encontramos en texto de 1707, a propósito de la procesión de la Virgen de la Salud en Septiembre de dicho año: “Ithem dcho. día por el gasto de quarenta y seis libras de pólvora se gastaron en disparar los morteretes y se dio a una compañía de soldados que dispararon en dcha. Fiesta” (Libro de Clavarios).

Si esta compañía de soldados, andando el tiempo, dio lugar – como en otras poblaciones- a la singular fiesta de Moros y Cristianos, no lo podemos saber. Pero ahí queda como antecedente de las fiestas que más tarde – principios del siglo XIX- se celebraban en Elda en honor a San Antón en el mes de enero, según nos cuenta D. Emilio Castelar en su opúsculo “Recuerdos de Elda o las fiestas de mi pueblo”.

Al margen de la historia, se presentó las novedades del cuartelillo municipal.


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