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¡Feliz Día de Mona!

¡Feliz Día de Mona!

Desde el tradicional con el huevo que se casca en la frente, a los recubiertos de chocolate y con múltiples formas. Las torrijas y los buñuelos son otros clásicos.
Monas, toñas, fogasetas o panquemao. Cambia el nombre según la comarca alicantina en que se consume pero es el bollo elaborado en los hornos tradicionales en Semana Santa y Pascua con masa madre, harina, leche, aceite y huevo, entre otros ingredientes, que se mantiene como una tradición con el paso del tiempo, y que no falta estos días en los hogares. Más de un millón y medio de unidades se consumirán en la provincia, según datos del Gremio de Panadería y Pastelería de Alicante.

Degustar la mona simboliza que la Cuaresma y sus abstinencias se han acabado. Se trata de una tradición que se cita en escritos del siglo XVIII, aunque otros historiadores destacan su relación con la presencia morisca. Aunque las personas mayores suelen elegir la variedad denominada toña, que es más grande, entre las familias con niños triunfa el bollo pequeño con huevo de Pascua con la cáscara pintada. Aunque la clásica es la redondeada o alargada con el huevo incrustado, también las hay en forma de serpiente, lagartija o mono, recubiertas con anisetes de colores, así como recubierta de chocolate.

Mientras la toña se come más en casa, la mona se suele llevar al campo y es tradición romper el huevo en la frente de quien más se quiera, amigo o familiar, o del que esté más cerca, como explica Francisco Pérez, presidente del Gremio de Panadería, «en plano, no de pico, que hace daño», advierte. Para los hornos alicantinos son días de mucho trabajo puesto que es un proceso elaborado. «La masa madre que ponemos requiere de mucho reposo para que adquiera su sabor», cuenta el panadero.

Aunque la tradición de la mona es sobre todo para el Domingo de Resurrección y el Lunes de Pascua, cuando es costumbre tomarla en el campo, su consumo se ha ampliado a otros días de la Semana Santa como un postre más, al igual que las torrijas y los buñuelos, de sabores como calabaza, típicos también en las panaderías tradicionales aunque se elabora en menor cantidad ya que la demanda no es tan grande como la de la mona


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