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Villena

58 años del descubrimiento áureo

Año áureo, así fue como el ilustre arqueólogo José María Soler calificó 1963, año en que aparecieron dos conjuntos excepcionales que marcarían el devenir de la investigación y de la ciudad de Villena. El primero de ellos fue el Tesorillo del Cabezo Redondo y luego el más espectacular y voluminoso Tesoro de Villena.

 

El Tesoro está formado en su mayoría por piezas de oro: 11 cuencos, fabricados con chapa de oro batido; 28 brazaletes que constituyen el conjunto más numeroso con piezas lisas, molduradas y caladas; tres botellas, y varias piezas diversas. También lo forman cinco botellas, dos de oro y tres de plata, fabricadas en una sola pieza; dos piezas mixtas – un botón de ámbar y oro y un remate de hierro y oro- y, por último, un brazalete de hierro.
En total casi 10 kilos de oro de gran pureza, y más de 600 gramos de plata.

 

 

El significado
La inexistencia de restos arqueológicos en las inmediaciones del lugar del hallazgo conlleva una serie de dificultades a la hora de valorar su significado y atribuirle una cronología. Según su descubridor, estamos ante una ocultación realizada por un jerarca o rey, o por un grupo de individuos en un momento de peligro.
Los cuencos y las botellas podrían interpretarse como una vajilla de tipo religioso o de lujo de uso doméstico. Los brazaletes son objetos de adorno personal que conservan señales de uso. La existencia de un cetro quizás haga relación a la pertenencia del tesoro a un solo individuo o familia de alto prestigio. También puede tratarse en su conjunto de una dote femenina, o, de una acumulación de oro de un orfebre, etc.
En cuanto a la cronología, algunos investigadores, entre ellos J. M. Soler, aceptan como fecha de la ocultación el año 1.000 a C. Para defender esta hipótesis se basa en varias cuestiones como la tipología de la vasija utilizada para la ocultación, ya que el análisis de la pasta y la forma se corresponden con la cerámica local de los momentos finales de la Edad del Bronce. Por otro lado, la presencia de dos piezas de hierro junto a otras de oro y plata, es fiel reflejo del valor precioso del hierro antes de su uso generalizado para la fabricación de armas y utensilios durante la Edad del Hierro. La introducción de este metal en la Península se relaciona con contactos mediterráneos que se inician alrededor del año 1.000 a C.
Otro indicador cronológico según J. M. Soler se halla en la correlación existente entre el Tesoro de Villena y el Tesorillo del Cabezo Redondo. Éste está fechado en el momento de abandono del poblado en torno al año 1000 a.C. Los paralelos entre las joyas del Tesorillo – anillos moldurados y un fragmento de lámina con púas – y algunos de los brazaletes del Tesoro, le induce a pensar que se trata de dos depósitos efectuados al final de la Edad del Bronce.


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