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Villena

Fin de semana intenso con las fiestas en honor a San José 2023

La Ermita de San José entrega los premios de cuentos y presenta dos marionetas de un proyecto con la Ermita de San Antón

Dentro de los actos de la Asociación de Vecinos  El Rabal en la celebración de San José,  el pasado sábado 18 de marzo, la Asociación  Ermita de San José hizo entrega de los premios del VIII Concurso de Cuentos patrocinado por la Sede Universitaria. Intervinieron Antonio Gómez, Presidente de la Asociación; Esther Perales como directora de la Sede Universitaria y Paqui Gandía Hernández, presidenta del jurado que estuvo formado por Francisco Rodenas,  escritor y maestro especialista en lengua española, Fernando Sánchez, escritor y Pedro Villar Sánchez, escritor. El total de trabajos presentados fue de doscientos cinco.

Los ganadores fueron, en la modalidad de quinto de primaria, BRUNO AZORÍN MAS del colegio El Grec, con el cuento que lleva por título EL MILAGRO DEL MEDIEVO. En la modalidad de sexto de primaria, la ganadora fue  LAIA HUESCA AZORÍN del Colegio La Celada, con el cuento ANTÓN Y SU ABUELO EL CABEZUDO.

El encendido de la hoguera este año estuvo a cargo del cabezudo EL FRAILE, Leo Serrano acompañada por la familia Marco tuvo el honor, recordemos que este cabezudo lo apadrinó nuestro querido Pedro Marco.

Seguidamente pasacalles por los Gigantes y Cabezudos y un grupo de dulzainas.

Y por la noche el tradicional correfoc a cargo de los Dimonis Emplomats de Beneixama llenaron las calles del Rabal de jóvenes con ganas divertirse.

 

 

En la mañana del domingo misa en Santa María y mientras tanto muchos vecinos hicieron gachamigas en la plaza de Biar para después degustarlas en el patio de la Tercia lleno hasta la bandera.

Finalizaron las fiestas con la tradicional visita al Asilo de Ancianos de los cabezudos con el fin de entretener a nuestros mayores en la mañana del día del padre.

 

 

A continuación los cuentos ganadores:

 

EL MILAGRO DEL MEDIEVO  

 

Esta historia sucede a mediados de marzo cuando los rayos de sol anuncian que la primavera está cerca. En una ciudad que por esas fechas engalana su castillo y el barrio de “El Rabal” se convierte por unos días en un pueblo medieval, lleno de mercaderes y actuaciones que aseguran la diversión a los habitantes de la ciudad y alrededores.

En ese barrio, que se encuentra en el casco antiguo de Villena, además de la preciosa iglesia de Santa María, está la ermita de San Antón y la de San José. En esta última se hospedan unos personajes que se incorporaron para realzar las fiestas del barrio: cabezudos y gigantes que representan a personajes peculiares de la ciudad y que durante las fiestas se coloca algún vecino para diversión y entretenimiento del personal. Pero este año algo cambió. Iban a dar comienzo las fiestas de San José y algo horrible ocurrió.

 

-¡Oh Dios mío, ha desaparecido la harina que teníamos almacenada para hacer las tortas fritas! -exclamó el vecino encargado de preparar todos los ingredientes para realizar estos deliciosos dulces.

-¿Qué vamos a hacer ahora? ¡Estas fiestas no serán igual sin las tortas de San José! Además de que están buenísimas, los vecinos colaboran al comprarlas para la restauración de la ermita y los cabezudos.

Alarmado, avisó a los vecinos que empezaron a buscar por todos lados, pero la cosa empeoró cuando entraron a la ermita y no estaban ni los gigantes Don Juan Manuel ni su esposa Doña Constanza, ni los cabezudos.

-¡No puede ser! ¿Dónde está Toquis Nonis? ¿Y el Campesino y la Campesina? ¿Y el Moro? ¿Y el Judío? ¡Es horrible, ni siquiera está El Orejón! ¿Qué vamos a hacer ahora?

Todo el barrio se puso a buscar e investigar. La noticia se publicó en todos los periódicos.

“El Orejón y sus compañeros los gigantes y los cabezudos, han desaparecido de la ermita de San José. Además, también ha desaparecido toda la harina para las típicas tortas”.

Era víspera del comienzo de las fiestas y no aparecían. La policía cerró la ciudad para que nadie pudiera sacar aquellas valiosas y tradicionales piezas.

Buscaron toda la noche y los vecinos estaban agotados y apenados, porque nada sería igual sin ellos.

A la mañana siguiente, cuando desanimados los vecinos fueron a la ermita a colocar el cartel que informaba la cancelación de las fiestas, entraron y dieron saltos de alegría, pues todos los gigantes y cabezudos estaban en su sitio habitual. Además vieron que El Orejón tenía un letrero que decía: ”Hemos descubierto al ladrón, hemos tenido que perseguirlo porque el barrio no podía quedarse sin tortas”, y efectivamente, la harina también estaba en su sitio.

Cuenta la leyenda, que durante esa noche, las figuras cobraron vida para devolver la alegría de las fiestas de San José a los vecinos de Villena.

Bruno Azorín Mas, 5º C.P. El Grec

 

Antón y su abuelo el cabezudo  

 

Antón era un historiador y, a la vez, catedrático de historia en un instituto de Villena. Le encantaba contarles a sus alumnos y alumnas anécdotas sobre la Ermita de San José, ya que él había pasado toda su infancia en el barrio del Rabal.

Cuando era pequeño, solía jugar por las calles del castillo y también le gustaba pasarse las tardes en casa de su abuelo para que le contara sobre su vida en aquellos tiempos. Un día, encontró en el garaje de José, su abuelo, un baúl que, por lo visto, era de la feria medieval. Antón, como buen aventurero que era, lo abrió.

Allí dentro estaba el traje de un cabezudo. Él, estaba súper emocionado, fue a preguntarle a su abuelo sobre ese hecho; sin embargo, José le dijo que ese traje era de un carnaval de su madre.

 

Antón no se quedó convencido con esa respuesta y le preguntó a su madre. Ella le dijo que el abuelo había sido cabezudo, pero que se lo había dejado por la enfermedad del Alzheimer. En ese momento, Antón tuvo una idea; pensó que podían ser las mejores fiestas del Medievo para su abuelo y se puso manos a la obra. Le pidió ayuda a su madre para que les hiciera el traje. Al principio, a José no le convenció mucho la idea, pero al final se dejó llevar por su nieto y porque se acordó de los buenos momentos que había pasado, la mente se le llenó de recuerdos como cuando su casa olía a masa de toña y también recordó la emoción que se pasaba al  ponerse el traje de cabezudo.

 

Llegó el día, y no sabría decir quién estaba más ilusionado de los dos porque, a pesar de la poca memoria de José, todos estos momentos se les hacían inolvidables de hecho José tenía una mirada más brillante de lo normal.

Unos años después, José falleció, pero estas fiestas se quedaron de recuerdo para toda la familia y Antón, en honor a su abuelo, siguió la tradición.

Laia Huesca Azorín, 6º C.P. La Celada

 

 

Durante la entrega de premios se presentó un interesantísimo y novedoso proyecto de marionetas de las ermitas de San José y San Antón, a partir de los cabezudos de San José. Las dos primeras, el fraile y el orejón, realizaron una divertida y entrañable representación, de la mano de José Ramón Morales y de Jorge Guardiola. El proyecto tiene intención de llevar a los colegios el espectáculo de la mano de Torbellino  y dar a conocer al alumnado nuestras tradiciones e historia.

Fotografías: Pedro Villar

 


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