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Elda

CENTROS SIN HUMO

CENTROS SIN HUMO

Los esfuerzos para reducir el consumo de tabaco en la población se basan en la evidencia de que se trata de la primera causa de muerte evitable en estos momentos en países desarrollados.
El tabaquismo es una enfermedad crónica, sistémica y muy adictiva catalogada en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-IV de la American Psychiatric Association.
Crónica porque la intoxicación tiende a prolongarse en el tiempo -incluso de por vida-, y si el paciente consigue abandonarlo puede presentar años después problemas de salud en relación con el tabaco fumado previamente, o recaer en el consumo.
Sistémica porque provoca enfermedades en el sistema nervioso central, aparato respiratorio, cardio-circulatorio, digestivo, renal-urinario, piel, órganos reproductores y de los sentidos. Se puede decir por tanto que provoca un deterioro de todo el organismo.

Muy adictiva, al ser fácil engancharse y difícil dejarlo, porque produce cambios en el funcionamiento del cerebro mediante el aporte continuo de sustancias como la nicotina, de manera que el fumador habitual pierde una parcela de su libertad, pues no elige voluntariamente fumar (“lo encendí sin darme cuenta”, “fumo uno cada 2 horas”, “soy fumador diario desde hace 10 años” o “voy a comprar tabaco antes de dormir” son ejemplos reales de esa dependencia); por contra, el fumador, que tiene una necesidad de nicotina, le cuesta un esfuerzo elegir no fumar. O sea, que la ansiedad que produce la abstinencia de tabaco dificulta que las personas puedan elegir libremente.

Los conocimientos disponibles sobre el tabaco, al que se atribuye la muerte de 55.000 personas en España cada año, más de un tercio de las muertes por cáncer y causa de mucho sufrimiento por enfermedad, son más que suficientes para repudiarlo. Una calada es nociva, y dos caladas más. Quizá poco, pero sin duda los efectos de una calada son negativos. Cuanto más tabaco se fume o más tiempo se esté fumando más negativo será el efecto para la salud y mayor la probabilidad de desarrollar enfermedades casi siempre irreversibles. Respirar aire con humo de tabaco fumado por otras personas es nocivo para fumadores y no fumadores. Verdad.

En resumen, conocemos lo suficiente para saber lo que hay que hacer, pero el problema no es fácil, debido a la intensa adicción que produce y al elevado número de fumadores que existe (alrededor del 30% de la población). Lo que está claro es que cualquier medida antitabaco, restrictivas o no, tiene un fin benefactor. Y también es evidente que aún no se ha encontrado, o quizá no exista, la manera infalible y única de vencer al tabaco.
Así pues, además de la ley, es fundamental la educación para prevenir el tabaquismo en jóvenes, ya que la mitad de los fumadores inició el hábito antes de los 16 años. La información, sin más, seleccionada según el receptor, es el material a administrar para aumentar la motivación de los fumadores en intentar abandonar el hábito o reducirlo. Y por supuesto, reivindicar la legalidad, que reconoce, quizá de forma ingenua, el derecho de las personas a no respirar aire contaminado con humo de tabaco, un derecho preferente sobre la libertad de fumar.

Tras prohibir fumar en centros sanitarios, que junto a los centros docentes asumen un papel de modelo para una parte de la sociedad, -y por tanto tienen la capacidad de promover estilos de vida saludables y no saludables-, la erradicación de fumar en todos los centros de trabajo ha llegado con el inicio de 2007.
Pero como ya sabemos, la ley tiene un efecto limitado y no será capaz de acabar con el tabaquismo por sí sola. Igual que el consejo de salud impreso en las cajetillas y tantas otras medidas.

De este modo, a partir de la idea de integrar la ley, la educación, la información y la reivindicación de la legalidad, surge la iniciativa “centros sin humo”. Se trata de
implicar a todos en la lucha contra el tabaquismo desde todos los frentes. Centros sanitarios, farmacias, clínicas veterinarias, centros docentes y cualquier empresa que quiera inscribirse en el registro. Es una especie de contrato en el que un centro se compromete a señalizar la prohibición de fumar como marca la ley, prevenir el inicio del tabaquismo, informar al personal para incrementar la motivación y promover la deshabituación de los fumadores, participando en una red de centros cada vez más amplia que permita una sociedad libre del humo ambiental del tabaco, de personas que quieren y tienen derecho a vivir más y mejor. Adicionalmente, las farmacias intervendrán mediante un consejo antitabaco breve, los centros sanitarios garantizan que prestan al tabaco la atención que merece en cuanto a registro en historia clínica y actitud activa frente al problema, y los centros docentes asumen como prioritaria las actividades preventivas en los jóvenes.

Dejar de fumar precisa de una profunda reflexión personal.
Busque o elija la información que más le convenza.
Si decide dejar de fumar y no puede hacerlo sólo con su fuerza de voluntad, existen tratamientos con medicamentos y psicológicos que pueden ayudarle. Pero ese es otro tema; habrá tomado usted una de las mejores decisiones de su vida.

Miguel Molina Mira
Técnico de Promoción de la Salud
Centro de Salud Pública de Elda.


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