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Elda

HABLEMOS DE SEXO

HABLEMOS DE SEXO

En nuestro medio sufrimos un paulatino repunte de algunas enfermedades de transmisión sexual durante los últimos años. Sífilis, herpes genital, gonorrea, hepatitis B y C, infecciones por tricomona, clamidia, virus del papiloma humano (responsable de verrugas ano-genitales y del cáncer de cuello uterino), ladillas, entre otros, junto con el virus del SIDA, que en estos momentos se estima que afecta a 40 millones de personas en todo el mundo, pueden transmitirse vía sexual.
Por otro lado, en 2006 se realizaron 10330 interrupciones voluntarias del embarazo, sólo en la Comunidad Valenciana. En el alto y medio Vinalopó se realizaron 317 el pasado año. Siempre serán demasiadas; al igual que las infecciones, se pueden prevenir. No se dispone aquí de espacio para debatir sobre la angustia y los conflictos éticos que produce en las mujeres un embarazo no deseado.
Si bien son problemas distintos, muchas de sus características comunes y buena parte de las estrategias para prevenir SIDA, infecciones de transmisión sexual e interrupciones voluntarias de embarazos no deseados, permiten abordarlos conjuntamente.
Se estima que el inicio de las relaciones sexuales en las mujeres de nuestro entorno se sitúa en torno a los 16 años de media. Según la Red Centinela Sanitaria de la Comunidad Valenciana, que estudia las mujeres menores de 20 años que acuden por cualquier motivo a consulta en centros de salud sexual y reproductiva, el 10% de las adolescentes reconoce no tener ningún tipo de conocimientos sobre salud reproductiva o anticoncepción, y el 21% considera que la información de la que disponen es errónea. Un 14% confiesa no haber usado ningún método anticonceptivo en su primera relación sexual. No es de extrañar que los porcentajes sean peores en las adolescentes que no acuden a la consulta del ginecólogo.
Existe consenso en que la mejor forma de prevenir estos problemas es mediante programas de difusión de Conocimientos, Actitudes y Prácticas en la población, que abordan un tema complejo desde varios niveles simultáneamente. El esquema de programa con más recorrido es el ABC (traducido del inglés Abstinencia, Basarse en la fidelidad, y uso del Condón). Parece razonable que las tres medidas contribuyen a controlar la epidemia del SIDA, además de prevenir embarazos no deseados e infecciones. Sin embargo, se han publicado estudios sobre programas ABC, con resultados variables, muy esperanzadores en paises como Uganda, -con importante disminución en la prevalencia del SIDA-, y fracasados en otros paises occidentales.
Llama la atención el encendido debate en publicaciones científicas sobre los ABC preventivos, con auténticos militantes partidarios y detractores de la extensión del uso del condón, en contraposición con la abstinencia, con el argumento de que la generalización del uso del condón en relaciones sexuales de riesgo incrementa la promiscuidad, y por tanto provoca el fracaso de la prevención (este último argumento, por cierto, sin base científica). Sin embargo no tiene sentido “elegir” la abstinencia o el uso del condón en un programa poblacional, aunque parezca un contrasentido, como se explica a continuación.
Según la OMS, el condón es “la tecnología más eficiente para prevenir la transmisión sexual del SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual” y es un método anticonceptivo seguro para la planificación familiar.
Un problema capital en la epidemia es el retraso en el diagnóstico, de modo que en nuestro país uno de cada cuatro infectados con el virus del SIDA no lo sabe. El condón es la medida preventiva contra el SIDA más eficaz conocida en las relaciones sexuales con una nueva pareja. -además de prevenir otras infecciones y embarazos no deseados al mismo tiempo-. Tambien es obvio que en personas ya infectadas con el virus o trabajadoras sexuales el preservativo es insustituible.
Es cierto que la abstinencia tiene una eficacia total en la prevención, pero no podemos negar la condición sexuada de nuestra especie, con lo que probablemente sea una medida prioritaria sólo en el grupo de adolescentes muy jóvenes, hasta que realmente estén preparadas para vivir de forma madura una parcela fundamental de sus vidas, con criterio sobre el número de parejas sexuales y conocimientos para cuando inicien su actividad sexual.
La fidelidad permite disfrutar de una vida sexual totalmente segura en el contexto de la pareja estable y sana, aunque sin descuidar al tiempo la planificación familiar con otros métodos si se precisa, siempre que esa fidelidad sea mutua.
Del mismo modo que el condón debe usarse siempre y adecuadamente para ser eficaz, la abstinencia y la fidelidad mutua han de ser inquebrantables para ser infalibles. Cada medida es prioritaria en unas circunstancias; todas ellas han fracasado alguna vez al aplicarlas en condiciones reales; son complementarias puesto que en la población encontramos nuevas relaciones, enfermos, prostitutas, algunos jóvenes con poco criterio y tendencia a experimentar, relaciones estables, infidelidades y otros no incluidos en grupos previos. Diversidad.
Recientemente se ha propuesto añadir al ABC el GEM (traducido del inglés, relaciones de Género, factores Económicos y Migratorios), en base a fortalecer el papel de la mujer y considerar sus circunstancias, para poder tomar sus propias decisiones racionales en materia sexual, aspecto importante en muchos lugares del mundo.
Llegó el momento de hablar a fondo de sexo antes del próximo fracaso, empezando por la escuela, en busca de compatibilizar la salud y la prevención de embarazos no deseados con una vida sexual plena potenciando sus emociones, sentimientos y sensaciones, de una manera segura.
El reto es complejo. No hay lugar para militancias, politizaciones ni moralismos. Atendiendo a la ciencia, no podemos eliminar ninguna letra del ABC, más bien parece que queda por añadir alguna más.

Miguel Molina Mira.
Técnico de promoción de la salud.
Centro de Salud Pública de Elda.


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