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Novelda

Día de pintadas en el cuartelillo de los Árabes-Beduinos

Día de pintadas en el cuartelillo de los Árabes-Beduinos

CANFALI EL SEMANAL
F. ABAD
La comparsa Árabes-Beduinos arcabuceaba por primera vez en 1970, sólo un año después de que comenzasen las fiestas de Moros y Cristianos en Novelda, o incluso el mismo año según la fuente que se consulte. Ruby o Rubén llegó después, pero el sábado se había plantado bien pronto frente a la pared del cuartelillo de la comparsa, ahora en los bordes del polígono industrial Santa Fe, aplicado en realizar la mayor y más cuidada pintada que hubiera hecho en su vida. Junto a él, otros nueve grafiteros se empeñaban en hacer lo mismo. ¿Y los festeros, qué opinaban? Pues estaban plantados detrás de estos cachorros del hip hop, y encima tan contentos. Y hasta alucinaban con la obra de Ruby, una cara de mora festera que más de uno de los comparsistas intentaba imaginar cómo conservar para que la intemperie u otros agentes más humanos no la descompongan.
La escena tiene su explicación: se trataba de la realización del primer concurso de “grafitis” o pintadas organizado por la comparsa Árabe-Beduinos con la colaboración del comercio de la zona e incluso del Ayuntamiento. Pero aquí los raperos de la plástica transmutaban su imagen habitual en las mentes de la ciudadanía para convertirse directamente en aplicados artistas que boceto en mano (justo el que habían tenido que presentar, ya que el tema debía lógicamente referirse a los Moros y Cristianos) pergeñaban unas obras de arte no exentan de dificultades. Para empezar, la pintura en bote no admite el uso de la goma de borrar, como bien saben quienes después tienen que limpiar sus líneas impregnadas en paredes o cristales. Y no había posibilidad de preparar cualquier tipo de escala para conseguir sobre la pared la mayor fidelidad al boceto en papel.

PREMIOS Y MÚSICA

Sin embargo los jóvenes creadores pasaron con altísima nota la prueba. Incluso desde las más jóvenes edades, como los 15 años contabilizados por quien firmaba como Sodom, como contaban desde la propia comisión festera. Sin tener que apurarse para no acabar a la carrera frente a un policía o directamente en el cuartelillo, los chavales se dedicaban con la mayor de las tranquilidades a consumar sus obras, animados además por la música rapera que surgía desde el escenario de la cabila (de disco, ya que la situación del cuartelillo no permitió traer finalmente las actuaciones previstas: los grupos La Pena Negra, Audiogenic, el noveldense Street Track, Contacto Táctico y el aspense-noveldense La Coalición), o por los quince botes por cabeza que habían puesto a su disposición los organizadores.
Al fin y al cabo habían tenido desde las 11 de la mañana hasta pasadas las 8 de la tarde. Ruby, por ejemplo, el responsable de la cara tan adorada por propios y ajenos, en uno de los escasos respiros que se permitió reconocía que realmente era aquella una situación única para ejercitar su arte. Y eso que contaba que últimamente ya no se dedicaba tanto a las pintadas porque tenía que estudiar.
Llegó la hora de los premios: 400 para la mejor obra, 200 para la segunda y 100 para la tercera. Y público y jurado parecían tenerlo muy claro. Fue la cara pintada por Ruby la ganadora. El segundo galardón recayó en el paisaje con dunas imaginado por Abigail. ¿Y el tercero? Para Rubén Amorós por su perfil de un moro que casi acaba. Al final todos contentos, autores de las pintadas y dueños del muro sobre el que se plasmaron. Como que piensan repetir al año que viene, pero con mayor presupuesto.


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