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Villena

«Oye, no corras tanto que todas tenemos hijos»; bromeó una mujer alconductor minutos antes

«Oye

Un compañero del medio de Alcantarilla, nos manda un artículo ofreciendo el testimonio de una de las personas que viajaban en el autobus.

La autovía era una trampa mortal de hielo y nieve, pero las pasajeras del
autobús no percibieron el peligro. «Mi hija estaba haciendo fotos porque
estaba todo blanco y precioso, y la verdad es que no estábamos
preocupadas, aunque el conductor nos advirtió de que había mucho vaho y
se veía mal». María Vicente López, todavía conmocionada y sedada, no
recuerda mucho más. Sólo que alguien se dirigió al conductor para
bromear por el mal tiempo. «Oye, no corras tanto que todas tenemos
hijos», le espetó.

María no tenía sin embargo la percepción de que el vehículo fuese
demasiado rápido. «Qué va, yo iba muy tranquila. Todo ocurrió de
repente, se ve que el autobús pisó una placa de hielo y dio un giro
brusco». Ahí se acaban los recuerdos de María Vicente. «Debí perder el
conocimiento, porque me desperté pensando que me había dormido sin las
gafas». Sin embargo, pronto se dio cuenta de que aquello no era ni un
sueño ni un apacible despertar. «Empecé a escuchar gritos, y vi a una
mujer a la que sólo se le veía de la cintura para arriba», cuenta. María
Vicente López ha tenido suerte. Sólo se ha llevado magulladuras en el
muslo y el costado. Pero su hija María Soledad Serrata, que viajaba con
ella y con su novio Juan Pedro Moreno, salió peor parada. Sufrió una
fractura de pelvis, y fue trasladada al hospital de La Arrixaca después
de recibir los primeros auxilios en Villena.

Los tres aguardaban ayer por la tarde en Urgencias que los médicos
tomasen una decisión sobre María Soledad, cuya situación no reviste
gravedad. «Estaba sentada al lado de una ventana que estaba rota, y salí
por mi propio pie, quizá eso ha sido lo que ha hecho que mi herida
empeore», explicaba la hija, de 26 años. Su viaje a Marina D’Or ha
tenido un final doloroso, pero por lo menos puede contarlo.

Los tres, a salvo

«Nos hemos salvado los tres», comentaba aliviada la madre. En el
accidente, sin embargo, ha perdido a una buena amiga. «Conocía mucho a
Conchita, que es una de las mujeres que han muerto. Tenía 70 años pero
estaba llena de vitalidad, salíamos los domingos a tomar café, íbamos al
cine. Era un encanto de mujer».

Los tres coinciden en que las consecuencias del accidente pudieron ser
todavía peores. «La gente se portó muy bien, en seguida empezaron a
sacar a los heridos y hubo muy buena coordinación», contaba Juan Pedro
Moreno. Él puede estar orgulloso. Su chándal lleno de manchas resecas de
sangre demuestra que se enfrentó a la tragedia. «Saqué a tres o cuatro
personas, pero no soy ningún héroe, en cuanto llegaron los equipos de
emergencia nos dijeron que nos fuéramos».

Un corte en la cara es la única secuela física que le ha quedado. Pronto
cicatrizará. Los recuerdos tardarán más en borrarse. «Tengo metidas las
voces de gente pidiendo auxilio. Pedían ayuda, y decían que se ahogaban

J. PÉREZ PARRA

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