CANFALI EL SEMANAL
F. ABAD
La vida lleva incluidas sorpresas a veces desagradables. La del domingo 18 de junio lo fue de sobra con la repentina muerte durante la procesión del Corpus del músico de 18 años Antonio Botella, perteneciente a la banda y escuela musical La Artística. Por ello, la tercera edición del Festival de Verano de Bandas de Música, organizado el pasado fin de semana precisamente por La Artística, tuvo un pespunte especial con poso amargo. Se resolvió en forma de homenaje al joven intérprete desaparecido, con un minuto de silencio en su memoria, la interpretación de la pieza favorita del músico (Paquito el Chocolatero) y la entrega a sus padres de una placa como muestra de afecto y apoyo. Además, los componentes del grupo lucían un lazo negro en su recuerdo.
La celebración de esta tercera entrega del festival traía otras peculiaridades en la mochila, éstas menos dramáticas. La principal consistía en el necesario cambio de fecha, del sábado previsto y anunciado en todas partes a la tarde-noche del domingo. El motivo no era otro que facilitar que pudiera participar, tal y como estaba previsto, la Sociedad Instructiva Musical Sones de Sax, invitada a esta edición del certamen no competitivo. La prestigiosa formación creada en 1997 por Rafael Decles pudo así participar con un programa que incluía uno de los más recurrentes temas en este tipo de interpretaciones del cinematográfico compositor John Williams: las fanfarrias iniciales de los filmes de Indiana Jones. En la actualidad la banda queda al cuidado de la batuta del también compositor Salvador Peña, asesor musical de la UNDEF (Unión Nacional de Entidades Festeras). De hecho fue él quien dirigió la noche del sábado.
PASACALLES POR MEDIA CIUDAD
Pero antes de llegar ahí, a la actuación desde el albero de la plaza de toros monovera, las dos bandas, La Artística y Sones de Sax, habían recorrido buena parte de la calle Mayor. En concreto desde la puerta del Ayuntamiento hasta la plaza de toros. A las nueve, e incluso antes, con una puntualidad más que británica, la agrupación de Monóvar recibía a sus colegas sajeños a las mismas puertas del edificio consistorial, en plena plaza de La Sala, para a continuación iniciar el pasacalles que abrió Sones de Sax. A continuación, y entre un acompañamiento de aplausos, la banda monovera inició el camino.
Se resolvió con rapidez la llegada a un coso del que sólo se utilizó la mitad de su aforo. Eso sí: el respetable asistente atendía con entusiasmo a las interpretaciones de los grupos participantes en un festival veraniego, ligero, fresco si el tiempo lo permite, y que ya figura como visita muy recomendable en más de una guía de viajes.