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“La nueva educación”, por Gonzalo Trespaderne

La LOMLOE, como su acrónimo indica, ha sido concebida para la mejora de la anterior Ley educativa, la LOMCE, vigente desde 2013. Aprobada el 29 de diciembre de 2020, aspira a lograr un “perfil de salida” o una formación en nuestro alumnado máximamente inclusiva, humanista, que le permita gestionar adecuadamente sus emociones y relaciones sociales, a la vez que le aporta las capacidades necesarias para continuar estudios superiores o la inserción laboral en una sociedad avanzada. Todo ello, teniendo muy presentes los Objetivos del Desarrollo Sostenible: esas 17 consignas adoptados por la Organización de Naciones Unidas en 2015 para poner fin a la pobreza y garantizar que en el 2030 todas las personas del mundo disfruten de paz y prosperidad, protegiendo el medio ambiente.
El desenvolvimiento de la LOMLOE se concreta a través de los Reales Decretos de 29 de marzo y 5 de abril de 2022, los cuales, a su vez, se terminan de fijar mediante los Decretos que cada comunidad autónoma establecerá en virtud del 40% ó 50% (si cuenta con lengua cooficial) de competencias que tiene transferidas para establecer los contenidos de las asignaturas. Estos, ahora se denominan “saberes básicos”. Son entendidos como “los mínimos imprescindibles”. La intención ha sido reducirlos para potenciar una enseñanza en la que prime el despliegue de competencias —digamos si no— destrezas, “saber hacer”, en detrimento del conocimiento memorístico. Hay 8 competencias clave (comunicación lingüística, digital, ciudadana, etc.). A partir de las mismas, para cada materia se proponen unas competencias específicas. Así, por ejemplo, en el caso de Valores cívicos y éticos de ESO, la primera sería: “Dialogar y debatir de forma asertiva, respetuosa y correctamente argumentada sobre problemas morales planteados en cualquier situación de la vida diaria para poder llegar a acuerdos o consensos”.

Las competencias específicas se vinculan a unos criterios de evaluación. (El primero de cuatro asignado a la anterior sería: “Participar en los debates planteados en clase de manera asertiva, escuchando de forma activa y respetando el turno de palabra tanto en la aportación de argumentos, fundamentados en información fiable, como al exponer su acuerdo o desacuerdo”). Estos, a su vez, determinan qué tipo de situaciones de aprendizaje debe diseñar el profesorado, entendidas como desafíos que requieren precisar una serie de estrategias, recursos, agrupamientos, tiempos…

Hasta aquí, me atrevo a decir que la LOMLOE no trae consigo grandes modificaciones sobre aspectos fundamentales, sino una mayor concreción de algunos y cambios en la nomenclatura de otros.

Donde sí se produce una novedad considerable es en lo relativo a la promoción y titulación.

Expertos en estos asuntos advierten que la LOMLOE ha sido tramitada en tiempo récord y sin contar con el dictamen del Consejo de Estado ni el debate de la comunidad educativa, con la prioridad de reducir el fracaso escolar en nuestro país (o sea, el índice de alumnado de entre 18-24 años que no realiza estudios de bachillerato o formación profesional) hasta el 10%. Esta cifra fue la meta acordada por los países de la Unión Europea en 2010. Pero nosotros nos quedamos en un 16%, para descender hasta el 13,3% en 2021.
En este sentido, la nueva ley adopta el Real Decreto 984/2021, de 16 de noviembre, determinando, entre otras cosas (en relación con la ESO) que:
• La repetición de un curso es considerada una medida excepcional.
• Al final de curso solo habrá una única sesión de evaluación, desapareciendo la extraordinaria (de julio o de septiembre) con que se contaba hasta ahora.
• El alumno o la alumna tiene que promocionar de curso cuando el equipo docente considere que la naturaleza de las materias no superadas le permite seguir con éxito el curso siguiente y se estime que tiene expectativas favorables de recuperación y que esta promoción beneficiará su evolución académica. En todo caso promocionará quien haya superado las materias o ámbitos cursados o tenga evaluación negativa en una o dos materias.
• Cuando un alumno o una alumna tenga más de dos materias no superadas, las decisiones sobre su promoción de un curso a otro serán adoptadas, de manera colegiada, por el equipo docente, teniendo en cuenta la consecución de los objetivos, el grado de adquisición de las competencias establecidas y la valoración de las medidas que favorezcan el progreso del alumno o la alumna. Estas decisiones se adoptarán por mayoría simple y en caso de empate se considerará el voto de calidad del tutor o tutora del curso.

Al entender de algunos representantes de distintos sectores de la comunidad educativa, estas prescripciones pueden traducirse en una disminución del nivel de exigencia que llevará aparejado un empobrecimiento de la cultura del esfuerzo. Por el contrario, desde otros ámbitos se insiste en que venimos de una pandemia agravada por la crisis económica producida por la guerra de Ucrania que ha hecho mucho daño en algunos hogares; que estamos en un momento en el que hay que procurar que nadie quede atrás.
Personalmente, me quedo con la impresión de que tenemos por delante una nueva oportunidad para enmendar todo aquello que no hemos hecho bien con los anteriores sistemas educativos, y explorar nuevas vías para la mejora. Se trata, a mi parecer, de una propuesta en buen grado abierta o flexible. Su ejecución necesitará tanteos y tiempo. Pero lo más necesario, sin duda, es, que todas las partes (desde las familias a los poderes fácticos, pasando por los docentes), dejen a un lado sus propios intereses y pongan lo mejor de sí.

Nos jugamos, probablemente más que nunca, el futuro de las próximas generaciones.
Venga, tomémonos unas pequeñas vacaciones de verano, y luego, ¡a darlo todo!


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